miércoles, 15 de abril de 2009
Justamente ahora irrumpes en mi vida, con tu cuerpo exacto y ojos de asesina. Tarde como siempre, nos llega la fortuna.
Tú ibas con él, yo iba con ella, jugando a ser felices por desesperados, por no aguardar los sueños, por miedo a quedar solos.
Pero llegamos tarde, te vi y me viste, nos reconocimos enseguida, pero tarde. Maldita sea la hora que encontré lo que soñé, tarde...
Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte, tanto inventarte, tanto buscarte por las calles como un loco, sin encontrarte. Y ahí va uno de tonto; por desesperado, confundiendo amor con compañía.
Y ese miedo idiota de verte viejo y sin pareja, te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón. Y no tengo nada contra ellos, la rabia es contra el tiempo por ponerte junto a mi, tarde...
Ganas de huir, de no verte ni la sombra, de pensar que ésto fue un sueño o una pesadilla, que nunca apareciste, que nunca has existido.
Ganas de besarte, de coincidir contigo. De acercarme un poco, y amarrarte en un abrazo, de mirarte a los ojos y decirte bienvenida.
Pero llegamos tarde, te vi y me viste, nos reconocimos enseguida, pero tarde. Quizás en otras vidas, quizás en otras muertes.
Que ganas de rozarte, que ganas de tocarte, de acercarme a ti y golpearte con un beso, de fugarnos para siempre, sin daños a terceros.
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